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El medio de los videojuegos alcanza ya una edad y evolución considerable a sus espaldas, y poco a poco los jugadores crecemos y avanzamos con el medio, recordando siempre con cariño y pasión aquellos títulos que nos han acompañado durante nuestras épocas más tempranas, muchas de estas obras han sido desdibujadas y distorsionadas debido al tiempo y nuestras experiencias personales, y es de esta mezcla de sensaciones y sentimientos que nace Octopath Traveller, un JRPG por turnos, que construye una recreación moderna de aquellos primeros y ya lejanos Dragon Quest o Final Fantasy.

Si algo destaca principalmente en Octopath Traveller es su apartado tanto artístico como técnico, que busca recrear un diorama pixel art en base unos modelos verdaderamente cuidados y una perspectiva lateral que le proporciona cierta dimensionalidad a los escenarios, los cuales son simples a la vez que bellos y nos permiten disfrutar de un viaje que difícilmente se borrará de nuestra memoria. Pero no solo destaca con un apartado gráfico excelso, ya que también su banda sonora es una delicia para los sentidos; con unas melodías que acompañan perfectamente a cada una de las escenas cinemáticas y de los combates, dichas canciones son todas instrumentales y poseen un factor expresivo que imbuye de aún más magia un juego que si en algo destaca es técnicamente, no por su potencia si no debido a la originalidad y el buen hacer de Square Enix a la hora de diseñar lo escenarios.

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Pero no es oro todo lo que reluce ya que aunque pudiera parecerlo, Octopath Traveller tiene errores que podrían resultar garrafales para otros títulos pero que en el caso ante el que nos encontramos, resultan más asperezas que elementos a destacar. Y es que el mayor fallo del juego reside en unos personajes insulsos, con tramas aparentemente vacías que acaban resultando en contextos situacionales que lamentablemente no resultan interesantes durante la aventura.

Durante la campaña publicitaria y de lanzamiento del tráiler, se podía vaticinar que las 8 aventuras que viviremos alrededor de las 75 horas que dura el juego, estarían conectadas por un hilo conductor principal, pero en vez de eso, tendremos a nuestra disposición ocho tramas con distintos argumentos y personajes independientes que acaban por no interferir en ninguna de las demás historias, teniendo multitud de historias individuales en vez de una conjunta. Y si este problema no resultará suficientemente grave, el carisma de cada una de las subtramas que afectaran a nuestros personajes es prácticamente nulo, planteándonos unas supuestas diatribas y marcos de grises en los que moverse pero que no son más que una excusa para poder entablar un combate contra un jefe al final de cada uno de los cuatro actos que componen las distintas historias.

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Y es en estos pequeños arcos de personajes que usaremos los caminos, que resultan ser habilidades  propias de cada personaje que nos permitirán interactuar con los NPCs y cumplir misiones secundarias, y que pueden resultar de gran utilidad cuando exploramos cada uno de los variados escenarios del juego. Pero aquí encontramos un pequeño problema, estas habilidades podrían formar parejas con respecto a su utilidad ya que de los ocho caminos, solo existen cuatro rutas posibles de interactuar, esto es debido a que clases como el guerrero y el cazador poseen caminos con los mismos efectos, y sucede así con todos: el erudito y el boticario, la bailarina y la clériga… creando con estos paralelismos una falsa sensación de libertad que acaba resultando en un ciclo de llegar a una ciudad y realizar todas las habilidades con todos los aldeanos, ya sea para poder cumplir misiones secundarias o para sacar beneficios de distintas situaciones.

Otro punto negativo del negativo del título sería la simpleza de sus mazmorras, las cuales parecen haber seguido la idea de cantidad antes que calidad, teniendo el juego en su haber unas cerca de 40 mazmorras diferentes pero con diseños simplistas y que resultan ser no más que un pasillo principal con distintas bifurcaciones que nos llevarán a un cofre del cual adquirir nuestra recompensa, teniendo así todos los niveles una sencillez que acaba traduciéndose es un diseño de niveles que puede notarse aburrido, pesado y poco inspirado.

Un elemento a destacar, y que es ya clásico del género y más concretamente de los juegos a los que Octopath Traveller quiere emular, es el farmeo, el cual nos obligará a matar grandes números de enemigos para poder ganar experiencia y subir de nivel, y es algo que acaba resultando obligatorio debido a que los distintos puntos por los que viajaremos estarán atados a la progresión individual de los personajes, dibujando fronteras por las que podremos, o no, pasar dependiendo de si tenemos el nivel suficiente para no caer derrotados de un solo ataque, y que al final del día se sienten como barreras artificiales situadas por los desarrolladores para obligarnos a intercalar las historias de los personajes y alargar la duración de un juego ya de por sí extenso.

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Aunque pueda parecerlo, no todo es malo, puesto que entre todos estos fallos hay elementos muy destacables y que rescatan al juego, uno es el apartado técnico del que hablé con anterioridad y otro es el sistema de combate, que resulta divertido, estratégico, interesante e ingenioso. Los combates en Octopath Traveller se desarrollarán por turnos, cada turno ganaremos un orbe PI que son acumulables hasta un máximo de cinco, y podremos usar en cualquier momento del combate para realizar más ataques o volverlos más potentes, pero si esta idea de por sí es original, no sería nada de no ir acompañada por otra genialidad como resulta la estadística de armadura que posee cada uno de los personajes del juego, dicha estadística determina el número de veces que se pueden aguantar los golpes a las debilidades, cuando este número marcado con escudo llegue a cero, el personaje tendrá 1 turno en el cual no podrá hacer nada y será más vulnerable al daño, por lo que planificar un momento en que tengamos aumento de daño con los momentos de debilidad de los rivales resulta tremendamente necesario y gratificante.

Además de estos apartados, el combate resulta interesante y profundo con el agregado de los trabajos principales y secundarios que determinará las armas que el personaje puede portar y las habilidades tanto pasivas como activas que podrá desarrollar cada personaje. Cada uno de los ocho componentes del grupo dispondrá de un trabajo principal que esta determinado desde un inicio y que será imposible de cambiar; el trabajo secundario es aquel que podremos desbloquear a medida que exploremos el continente y encontremos santuarios, estas clases secundarias son las ocho principales, pero ahora con la posibilidad de adjuntarlos a voluntad, permitiendo combinaciones como guerreros magos, clérigos ladrones… y es que aunque podría parecer que es una nimiedad, la importancia de estas combinaciones es capital ya que existen clases que en conjunción con una específica pueden resultar extremadamente devastadoras por lo que experimentar distintas combinaciones siempre es recomendable y viable.

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Para aquellos que busquen un reto, Octopath Traveller resultará de su gusto ya que no solo los jefes finales resultan restantes si no se enfrentan con un nivel muy superior, si no que como añadido podremos encontrar ciertas mazmorras al final del juego que no solo nos recompensarán adecuadamente si no que plantean un nivel de desafío enorme por el cual tendremos que tener es un estado óptimo nuestro equipo y habilidades, suponiendo unos combates con una larga duración y que exigen una atención extrema durante la aproximada hora que puede llegar a durar uno de estos enfrentamientos titánicos.

Como ya he comentado antes, técnicamente el juego se mantiene estable en Nintendo Switch tanto en su modo portátil como de sobremesa, con un apartado estético magnífico y unos efectos de iluminación inmejorables, pero no solo esto resulta asombroso, ya que además de todo esto, Octopath Traveller posee una banda sonora de gran calidad, con música que es capaz de ambientar y dotar de vida cada uno de los escenarios y de amenizar en gran medida todos los combates, es actualmente uno de los mayores hitos musicales de la actual Nintendo Switch y una seria candidata a la mejor banda sonora de consola. Recordamos también que hemos disfrutado esta fantástica aventura en la consola híbrida de Nintendo, pero su disponibilidad se extiende tanto a PC como a Xbox One, Xbox Series X y Xbox Series S, gracias a su inclusión en el GamePass hace escasas semanas.

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En resumen, Octopath Traveller es un RPG con sabor añejo que nos transporta a tiempos más sencillos donde los elegidos luchaban contra dragones y buscaban los cristales elementales, gracias a un apartado estético magnífico, una banda sonora envidiable y un combate profundo pero divertido, el juego se corona como uno de los mejores JRPG de la consola, que solo decae en su apartado narrativo pero aún con ello, mantiene un nivel de calidad altísimo; muy recomendado para todos aquellos amantes del JRPG que estén cansados de un sistema de combate clásico y que actualmente podría catalogarse de repetitivo, y que estén dispuestos a pasar por alto ocho breves tramas que pueden resultar en un inicio insulsas pero que acaban manifestando cierto encanto.

 


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Por Alejandro García Blancas

Soñador y jugador a tiempo parcial. Escribo como hobby y ojalá como trabajo.

Un comentario en «[Análisis] Octopath Traveller, algo viejo con olor nuevo.»

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