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Con el título ya os podéis imaginar por donde van los tiros. Todos tenemos un juego que nos ha encantado y, que con el paso de los años ha ido recibiendo nuevas entregas que expanden su universo, con continuaciones o precuelas que nos han podido gustar más o menos. No hace falta estudiar Marketing para saber que un nombre consolidado parte con ventaja respecto a un juego debutante en esta industria. Pero si no se hace bien, el hastío de jugadores hará que un producto fracase, posiblemente tanto en ventas como en crítica.

La imagen de Big Boss no está encima de estas líneas por casualidad, ya que el nombre de Metal Gear es uno de los más conocidos en el mundo de los videojuegos por méritos propios, pero el trato que Konami le ha dado a una de sus franquicias más famosas no ha sido el más adecuado. Aquí es donde entra The Phantom Pain, la entrega con la que Kojima rompía las cadenas que le ataban a la saga y que le haría libre, aunque el juego que debía despedirse por todo lo alto, quedaría empañado por la mala relación que ya se venía gestando por ambas partes.

No me malinterpretéis: The Phantom Pain me encanta, sobre todo en su sobresaliente apartado jugable, la cantidad de maneras que podemos enfrentarnos (o no) a los enemigos, su genial banda sonora (infiltrarnos sigilosamente o ir de frente con todo a ritmo de Rebel Yell de Billy Idol o Friday I’m In Love de The Cure, entre mis favoritas, fue uno de los mejores aciertos del juego desde mi punto de vista) o mismamente, el giro final en la historia, del que no voy a hablar para evitar Spoilers, por si estás leyendo esto y TPP aún está en tu lista de juegos pendientes. Pero también peca con las sombras más grandes de toda la saga: Literalmente NO está acabado, misiones repetidas para rellenar, los tediosos cassettes para enterarnos de la historia, momentos de vergüenza ajena con Quiet (si, me refiero al momento de la ducha), un mundo abierto bastante vacío…

En una historia en la que poco más se puede contar y, pese a que se pueden escarbar aún más, parecía el momento perfecto para parar. Pero no, Konami aún no quería deshacerse de la franquicia de los huevos de oro. Así es como se acabó gestando Metal Gear Survive, un producto basado en el universo de Metal Gear, pero sin la magia de sus juegos. Simplemente, una excusa para aprovechar el motor usado en la anterior entrega y hacer dinero sin demasiado esfuerzo.

Es aquí donde nos debemos para a pensar: ¿merece la pena continuar una saga que ya ha dado todo de sí misma? Lo más sabio sería dejarla descansar por fin, aunque años más tarde se pueda encontrar una buena historia, y una buena forma de contarla. O un remake de alguna de sus obras más viejas en lo técnico. Cuando somos muy fans, es difícil dejar algo marchar pero, a veces, es necesario. Y más cuando tenemos la posibilidad de rejugar todas las entregas cuando queramos.

He hablado de Metal Gear por dos motivos: Es una de mis franquicias favoritas, y por redes sociales veo a mucha gente que la quiere de vuelta (casi a cualquier precio). Pero no es para nada el único nombre que se me viene a la cabeza. Assassin’s Creed es otra que me ronda la mente al pensar en sagas sobreexplotadas. Aquí no puedo hablar con conocimiento de todos los juegos, ya que solo he llegado hasta su sexta entrega, Assassin’s Creed IV: Black Flag, como queráis llamarle. Es un juego que me gustó bastante, pero no tarde mucho en centrarme en la trama y dejar de explorar todo el mapa, simplemente me parecía muy tedioso.

 

AC es el ejemplo perfecto de lo mal que le puede sentar a una franquicia sobreexplotar sus juegos y, a la vez, de que dejar «morir» (no literalmente, puede ser algo que dure años hasta que vuelvan con una idea fresca y renovada) no es la única solución, también un reinicio puede venir genial. Con Origins, Ubisoft le dio un lavado de cara a su buque insignia que convencieron a la mayor parte del público, pese a perder la esencia que los primeros AC tenían. Me gustaría poder hablar con propiedad, pero reconozco que aún tengo esta entrega pendiente, y tengo muchas ganas de adentrarme en ella, pese a no haber completado algunos de los AC anteriores (en mi caso son Rogue, Unity y Syndicate).

Por supuesto, no ha sido la única saga que ha renacido de las cenizas. Por poner ejemplos, tenemos la saga Fallout, que de la mano de Bethesda renacía para traernos el ya mítico Fallout 3; Tomb Raider en 2013 con una Lara Croft que casi nos recuerda más a Nathan Drake que a la Lara de las primeras entregas; o el grandioso God of War de 2018, que después de cinco años en blanco desde GoW Ascension, nos han regalado una joya que solo nos recuerda de donde venimos al recoger las viejas espadas del caos de nuestro querido Kratos.

¿Qué es lo que quiero decir con todo esto? A veces, debemos dejar ir los videojuegos que amamos, sobre todo después de una época en la que se hayan exprimido, y su calidad se vea resentida por una exposición muy continuada. A veces, un descanso de varios años le puede venir genial para tener una segunda juventud, y demostrar que se puede volver por la puerta grande. Precisamente, quiero mencionar lo vivido en los últimos años con Crash Bandicoot, el marsupial que fue lo más parecido a la mascota oficial de Sony, y que en la primera generación de sus consolas fue un icono indiscutible. Y que, tras dejar las manos de sus creadores Naughty Dog, ha ido dando «palos de ciego» hasta perder su identidad, siendo rechazado por los fans de las primeras entregas y, al final, acabar desaparecido casi una década.

Hasta que Toys for Bob ha tomado el testigo y, precisamente, volver a sus orígenes ha sido la clave para volver al éxito. Remake de su trilogía original, y por fin una nueva entrega numerada que vuelve a la senda de lo realizado por Naughty Dog.

 

Solo puedo finalizar este artículo reclamando lo necesario que puede ser una pausa para una franquicia, aunque eso suponga dejarla ir por mucho tiempo o, tal vez, incluso para siempre, si nadie es capaz de traerla de nuevo a la vida como se merece. Pero si algo nos ha enseñado el marsupial favorito de los videojuegos, es que siempre hay que tener esperanza.


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Por Ralencoman

Infiltrado en @Vidaopantalla cual Solid Snake en Shadow Moses.

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