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Bowser's Fury

Hace algo menos de dos semanas, el 12 de febrero, se lanzaba para Nintendo Switch el port de Super Mario 3D World, originalmente de Nintendo Wii U. Sin embargo, este juego viene acompañado por un «segundo modo» llamado Bowser’s Fury que, ya desde sus primeros vídeos, despertó el interés de la comunidad. Contra lo que muchos pensaban Bowser’s Fury no es una expansión directa de su acompañante sino que cuenta como un juego aparte, pudiendo elegir si jugar a uno u otro desde el menú de inicio. En este análisis me centraré en él como juego en solitario, como si de una única entrega se tratara. Veamos, pues, qué nos ofrece este pequeño título.

 

Vuelta del fontanero 

Como es natural en la saga nuestro protagonista y personaje controlable será únicamente Mario. El fontanero vuelve con varios de los movimientos que ya hemos visto a lo largo de los juegos, compartiendo grandes similitudes concretamente con su compañero 3D World. Desde el parkour hasta los “power-ups” que iremos recogiendo por el mundo se sienten cómodos y familiares. La capacidad de almacenar los poderes hasta un máximo de 5 facilita que el jugador elija cómo y cuándo utilizarlos, dando pie a diversas variantes a la hora de resolver los retos.

En cuanto a jugabilidad se refiere lo más acertado sería decir que “es un Mario”. Si Nintendo sabe hacer algo es mantener la esencia del género de plataformas a la vez que lo moldea como algo diferente. Bowser’s Fury tiene desde retos simples con poco movimiento hasta algún que otro nivel frustrante. Aquellos que, por suerte o por desgracia, tengan el espíritu coleccionista se verán reintentando varios de los desafíos hasta conseguir ese último Sol Felino para completar la isla y conseguir los 100 totales.

La parte que más flojea sería en el apartado de la duración. Unas 6-7 horas de juego calmado son más que suficientes para completar el juego al 100%, siendo varios de los retos que se nos plantean algo repetitivos. Casi todas las islas comparten 3 o 4 de sus desafíos, dando lugar solo a 1 que varía entre cada una de ellas. Pese a ello cada una se esfuerza por entregarlo de manera distinta a la anterior por lo que nunca son totalmente iguales.

Bowser's Fury

Libertad y “mundo abierto”

Bowser’s Fury se nos presenta como un mundo abierto que permite al jugador explorar con cierta libertad las distintas zonas. Alejándose de la fórmula por niveles este juego intenta combinar el género de plataformas con un amplio mapa a descubrir que, si bien es cierto que a primera vista parece prometer, decae a medida que avanzamos en el juego.

La idea es interesante, sin duda. Controlar al fontanero con sus distintos poderes y desvelar los secretos del mapa a medida que coleccionamos Soles Felinos, equivalentes a las Energilunas de Super Mario Odyssey, parece una reelaboración de la idea principal de anteriores entregas añadiendo, en este caso, el componente de libertad. Sin embargo, la fórmula parece haberse aplicado sin demasiada atención, resultando justamente en lo contrario de lo que debería.

La idea a la hora de crear este juego debería haber partido del mundo abierto y, una vez elaborado, haber incluido los “niveles” de manera que todo quedara bien cohesionado. Bowser’s Fury, no obstante, parece haberlo hecho completamente al revés, creando niveles al más puro estilo Mario 64 o Galaxy, y añadiendo posteriormente el mundo por el que viajamos. La sensación que da tras la primera hora de juego es de ser una especie de “hub” a lo grande, un Castillo de Peach de mayores dimensiones, con algún reto que otro esparcido por distintas partes del mapa.

¿Es disfrutable este modelo? Sin duda lo es, al menos en mi caso. El problema llega cuando se plantea la utilidad real de este mundo abierto, siendo la respuesta más obvia la siguiente: ninguna. Cada nivel es distinto e independiente, compartiendo únicamente los poderes que encontramos en ellos. Cada isla tiene sus 5 Soles Felinos propios, sus retos y demás, lo que termina por generar en el jugador la idea de “completar y abandonar la isla” sin motivo para revisitarla.

Bowser's Fury

La furia de Bowser

Tal y como se vio en los vídeos Bowser llega con un aspecto renovado, mucho más temible. Pero eso no es todo lo que este viejo enemigo tiene que ofrecer de nuevo. A medida que avancemos en el juego Bowser despertará de forma intermitente para intentar frenar nuestro avance, trayendo consigo una gran tormenta que nublará todo el mapa, oscureciéndolo. Con su aparición comenzarán también a caer bloques y estructuras en zonas específicas que podrán tanto facilitarnos como obstaculizarnos el avance.

El concepto es muy interesante, y los momentos que crea son, sin duda, sobrecogedores. Ver a Bowser desbocado mientras intentamos avanzar en los niveles es todo un espectáculo que, junto a la ambientación que le acompaña, da para momentos emocionantes. Pero, tal y como pasa con la idea del mundo abierto, no da la sensación de estar del todo pulido. Algunas de las apariciones de Bowser pueden llegar a hacer el avance por los niveles muy frustrante, creando situaciones poco justas para el jugador.

Pese a esto, si algo destaca en este juego son las grandes luchas que tenemos con el propio Bowser. Al llegar a cierto número de Soles Felinos se activarán unas campanas que transformarán a Mario en un gato de proporciones gigantescas. El mapa por el que hemos estado viajando se vuelve ahora diminuto. Es en este punto donde la batalla entre Mario y Bowser vuelve a su punto más tradicional, volviéndolo tanto precioso a nivel visual como emocionante en lo que a ambientación se refiere.

Bowser's Fury

 

La (no) historia y su presentación

Este pequeño juego cuenta con una historia muy simple que, contrario a lo que algunos puedan pensar, funciona de maravilla tal y como lleva haciéndolo en gran parte de las entregas. La narración, que se basa en ayudar a Bowsy a salvar a su padre, da las bases mínimas para que el jugador tenga tanto un motivo para comenzar su aventura como una explicación para entender a qué se enfrenta. A su vez también sirve como excusa para que Bowsy nos acompañe en nuestra aventura ayudándonos si así se lo pedimos. Una historia básica y funcional que no necesita más para lo que busca.

Esta historia viene acompañada por un apartado artístico “marca Nintendo”, es decir, muy pulido. Si algo es innegable de la compañía nipona es que sus juegos salen al mercado con un acabado reluciente en cualquiera de sus aspectos. Si bien es cierto que gráficamente no dista demasiado de lo que aportaba 3D World el efecto se acentúa en aquellos momentos en los que nos encontramos en una zona alta del mapa,  navegamos con Plessie por el mar o nos enfrentamos a Bowser tras su despertar. En este sentido cabe destacar el contraste entre los colores vibrantes que llenan el mundo durante el día y la paleta que, con la llegada de Bowser, se vuelve mucho más apagada. Algo negativo que debe ser advertido son las caídas de FPS tanto en modo portátil como en modo dock, pudiendo llegar a ser molestas en algunos casos.

En cuanto a la banda sonora poco hay a recalcar realmente. Estando ante un juego de la saga de Mario uno sabe que los temas predominantes serán, en su mayoría, canciones con cierto ritmo alegre aunque, en este caso, contrastan con las composiciones relacionadas con Bowser, mucho más serias y graves. Ambos casos, sin embargo, una delicia para los oídos de cualquiera al que le guste adentrarse en la OST del juego.

 

 

¿Recomiendo Bowser’s Fury?

Si lo tuviera en cuenta como un juego individual diría que realmente no es recomendable teniendo a su lado otras entregas más completas como Super Mario Odyssey. Ahora bien, teniendo en cuenta que forma parte de un “pack” la verdad es que este pequeño título resulta un buen aliciente para cualquiera que esté pensando tanto en darle una oportunidad como en rejugar Super Mario 3D World en Switch.

Tenéis Super Mario 3D World + Bowser’s Fury a 59.99€ en la eShop de Nintendo en versión digital o en distintas tiendas si preferís su versión física.


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Por Pecmecy

Estudiante de filosofía y escritor a ratos, probablemente mitad Xehanort. Nací con un portátil bajo un brazo y una Game Boy Advance SP bajo el otro. Mi peor secreto: Nunca llegué a pasarme Buscando a Nemo porque olvidaba las contraseñas.

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