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[Análisis] Super Mario Party

 

La clásica saga de dados y estrellas da el salto a Nintendo Switch, y lo hace de la mejor manera: regresando al estilo clásico que tanto echábamos de menos, sin vehículos ni miniestrellas. En Super Mario Party las atracciones principales vuelven a centrarse en las monedas y las estrellas, y como siempre, los minijuegos son el plato principal. Pero ¿realmente ha recuperado la esencia que hacía a Mario Party una saga tan atractiva?

 

Esta vez nos encontramos con una entrega bastante diferente a las demás. Nada más empezar nos muestran una cinemática en la que, una vez más, los personajes del universo de Mario discuten sobre quién es la verdadera superestrella. A ellos se unen Bowser y sus secuaces, a los que también podemos escoger como personajes (tenemos un total de 20 personajes, 4 de ellos desbloqueables), y entre todos deciden organizar un festival con distintos modos de juego. El objetivo, además de pasarlo bien, es superar los cinco modos principales para obtener las cinco joyas y demostrar así ser merecedores del título de «superestrella».

El modo Mario Party es el modo principal de toda la vida. Puedes escoger entre los cuatro tableros disponibles y enfrentarte en una partida de cuatro jugadores para ver quién se hace con el mayor número de estrellas en 10, 15 o 20 rondas. Como siempre, al final de cada ronda habrá un minijuego en el que se repartirán monedas según el puesto en el que haya quedado cada jugador (no sólo el que haya quedado primero, similar a las entregas más recientes).

Los tableros son cíclicos y con distintos caminos, aunque más pequeños que los de los Mario Party clásicos. Una vez más, los dados siguen siendo de 6 caras como en las últimas entregas, pero se compensa gracias a los dados de personaje, que son dados especiales que varían con cada personaje, pudiendo llegar a tener números muy altos, entre otras ventajas.

 

 

La inclusión de los aliados ha resultado ser muy útil y hace que la partida se vuelva más interesante. Si te cruzas con un personaje en alguna casilla que no esté siendo manejado por la consola, es decir, que no forme parte del grupo de 4 jugadores que está participando, se unirá a tí y te seguirá a donde vayas, sumando 1 o 2 a tu tirada con el dado y ofreciendote además su dado de personaje. Lo bueno es que puedes llegar a tener hasta cuatro aliados, lo cual puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota. Desde luego, esta novedad ha sido un verdadero acierto.

Por otro lado tenemos el modo Mario Party a dobles, que emplea los mismos 4  tableros pero planteados de una forma más libre, en la que puedes avanzar por donde quieras y cada cuadrado cuenta como una casilla. Este modo proviene de Mario Party: Star Rush, la segunda entrega de 3DS, por lo que podemos deducir que Nintendo decidió recopilar muchas ideas que se desarrollaron en los distintos juegos de la saga. Este modo de juego es de 2 contra 2, y la idea es similar: conseguir el mayor número posible de estrellas en 10, 15 o 20 rondas.

Al ir en pareja, las tiradas de los dados de ambos miembros del equipo se suman, pudiendo llegar más lejos que en el modo Mario Party. Lo malo es que caer en la casilla de la estrella se hace más complicado, porque tienes que hacerlo justo, es decir, que si te sale un 7 tienes que avanzar las 7 casillas o parar cuando te sobre un número par. Esto hace más difícil conseguir estrellas, y en general caer en cualquier casilla concreta. Al igual que en el modo principal, al final de cada ronda hay un minijuego.

 

 

Tanto en el modo Mario Party como en A dobles, puedes hacer uso de distintos objetos que tienen efectos como avanzar más casillas, teletransportarte cerca de otro personaje, robarle monedas a un rival o incluso aparecer directamente delante de la estrella. A pesar de la variedad de objetos distintos que hay, es poco frecuente encontrarse objetos que no sean el champiñón normal, el dorado o el venenoso, ya que suelen ser los que venden en las tiendas de los tableros.

Esto es porque normalmente hay una tienda en un lugar menos accesible del tablero que tiene objetos más interesantes como la tubería dorada, pero al ser poco frecuente llegar a esta, normalmente sólo acabas viendo champiñones aquí y allá y da la sensación de que no le han echado mucha imaginación a los objetos, pero cuando consigues alguno de estos objetos poco comunes, la partida se pone interesante.

El eje central de Super Mario Party son los minijuegos, como era de esperar, y en esta ocasión tenemos 80 exactamente. La mayoría son muy interesantes, y se nota que le han echado imaginación, ya que los nuevos minijuegos tienen mecánicas muy originales en su mayoría (aunque se echan en falta más minijuegos de plataformeo y saltos). Tenemos distintas categorías: minijuegos de todos contra todos, de 2 contra 2, de 1 contra 3, minijuegos rítmicos, cooperativos y grupales (estos hacen uso de los aliados que consigues en los tableros).

 

 

Lo malo de haber querido hacer más categorías de minijuegos como los cooperativos o los rítmicos hace que haya menos minijuegos por categoría, por lo que da la sensación de que los 80 que hay son pocos. De hecho, hay 30 minijuegos de todos contra todos y tan sólo 10 de cada una de las otras categorías.

Como es habitual en la saga, en la sección de minijuegos siempre viene algún modo de juego que consiste en un torneo de minijuegos, entre otras cosas. En este caso tenemos el Mariotlón, pero sólo utiliza 10 de lo minijuegos totales. Es un modo muy mal aprovechado, y sabiendo que es el único modo que se puede jugar online, desde luego no motiva mucho a pagar la suscripción. También tenemos el modo Conquista a cuadros, en el que hay que hacerse con un mayor número de cuadrados de un panel que los rivales para ganar, y para ello hay que ganar los minijuegos. Esta es una alternativa más apetecible que el Mariotlón.

El modo A todo ritmo hace uso únicamente de esos minijuegos rítmicos, encadenándolos y subiendo la velocidad gradualmente. A pesar de que sólo utiliza diez minijuegos, es un modo bastante entretenido y frenético, y se puede llegar a poner difícil. Probablemente los minijuegos rítmicos son de los más divertidos que tiene el juego. Sin embargo, probablemente habría sido una buena idea poner más niveles de dificultad, o al menos que estos duraran más.

 

 

Por otro lado, en el modo Torrente de Aventuras, nos encontramos en una balsa en el curso de un río con distintas ramificaciones, y el objetivo es llegar al final antes de que se acabe el tiempo, cooperando entre los 4 jugadores. A lo largo del recorrido hay que esquivar los distintos obstáculos y explotar los globos rojos que aparezcan, ya que estos darán paso a uno de los 10 minijuegos cooperativos y al superarlos nos darán tiempo extra. Parece un modo entretenido para echar una partida con los amigos… y ya está. Probablemente este sea el modo más innecesario del juego.

Para empezar, si no tienes la suerte de tener otras tres personas que jueguen contigo, tienes que confiar en la inteligencia artificial de la consola para que se encargue de manejar a los otros personajes, y realmente lo hace de una forma desastrosa. A menudo remarán en la dirección equivocada haciendo que choques inevitablemente con una roca, o que no alcances un globo, o incluso cuando haya que esquivar algo y tengan que remar mucho, ni siquiera lo hagan ni un poquito.

Y si esto ya era insufrible, para completar el juego tienes que pasarte este modo llegando a cada una de las cinco ramificaciones del final, por lo que será necesario pasárselo cinco veces. A eso le añades la escasa cantidad de minijuegos cooperativos, que en la misma partida se llegan a repetir, y con ello ya tienes para resoplar mil veces. Prepárate para aborrecer los minijuegos cooperativos.

 

 

El último modo principal es el llamado Camino de los retos, al que se puede acceder en cuanto se desbloquean todos los minijuegos. Este modo consiste en jugar a los 80 minijuegos, pero cada uno con un reto concreto. Algunos son interesantes, como completar un minijuego sin tocar algún elemento concreto del mismo, pero la mayoría de los retos son simplemente cosas como «consigue x puntos» o «derrota al equipo rival».

Además, la mayoría de estos retos son muy fáciles, y al final acabas completándolos todos en un rato. Sin embargo, resulta entretenido avanzar por los minijuegos y superarlos; en cierto modo es adictivo… o al menos hasta que te los pasas todos, y ya no dan muchas ganas de volver a probar ese modo. El hecho de que al completarlo desbloquees el modo avanzado, en el que los retos son más difíciles, tampoco es algo que te motive a volver a pasártelo, ya que muchos de los retos resultan casi imposibles.

Como extra, también encontramos la Sala de recreo de Toad, donde podremos jugar a cuatro juegos cortos colocando la Switch de diferentes maneras. No es gran cosa, pero sirve para entretenerse de vez en cuando con partidas cortas. Por otro lado, tenemos un editor de collages en el que podemos colocar las pegatinas que consigamos en el juego para luego hacer capturas de pantalla. A decir verdad, las pegatinas son un coleccionable algo innecesario, y no te motiva a conseguirlas todas. Además, hacer fotos con pegatinas tampoco es que sea una idea super emocionante, aunque tal vez sea ideal para los niños.

 

 

Uno de los mayores atractivos de Super Mario Party es el área principal desde el que se accede a los distintos modos. Al entrar en el juego y elegir un personaje, apareces en un parque con distintos personajes deambulando, además de los mostradores de cada uno de los modos de juegos. Lo interesante de esta área es poder interactuar con los distintos personajes y ver lo que dicen, ya que van cambiando cada vez.

Tal vez te encuentres a Birdo, que regala pegatinas a cambio de reponder una pregunta correctamente, o a un personaje del plantel del juego, con el que puedes hablar y te dirá cosas distintas según en qué punto del desarrollo del juego te encuentres, además de pedirte ir contigo para unirse a la partida. Siempre es agradable dar una vuelta a ver qué te encuentras. Lo mejor de esto es ver los diálogos de los personajes, ya que por una vez en la saga Mario Party, demuestran tener personalidad.

Cuando no te apetece recorrer el camino hasta el mostrador de alguno de los modos de juegos, puedes usar el Party Pad para acceder directamente a ellos. Dicho aparato resulta útil para mirar las joyas que llevas conseguidas, para mirar guías de los distintos modos, así como algunos consejos, y para escuchar la música del juego. Desde el Party Pad también podrás comprar las canciones, las entradas de la guía o las pegatinas, a cambio de puntos Party, que se consiguen jugando a los distintos modos. Aunque una vez ya has comprado toda la música y las guías, las pegatinas sobran un poco, además de que algunas son caras. Desde luego conseguir todas las pegatinas lleva su tiempo.

 

 

La música del juego conserva la atmósfera fiestera de la saga perfectamente, y consigue efectos muy distintos que sirven para ambientar de manera impecable los distintos minijuegos y tableros. Como siempre, muchas de las canciones de los minijuegos son muy animadas y pegadizas, por lo que esta entrega no decepciona en ese aspecto.

Gráficamente, Super Mario Party se ve de maravilla. Como debe ser, todo el juego rebosa colores y escenarios muy bien diseñados. En algunos minijuegos se pueden ver ciertos elementos muy detallados y realistas. Lo único que no termina de encajar es la poca diferencia gráfica con la entrega de Wii U en algunos aspectos, y el hecho de que aún se pueden ver polígonos en los personajes sin necesidad de fijarse mucho.

Sabiendo que en Super Mario Odyssey hasta podíamos ver cada uno de los pelos de Mario, esto es un pequeño paso atrás. Pero en fin, es una entrega de Mario Party, no pretende hacer una demostración de potencia gráfica y sin embargo en ocasiones lo hace. Desde luego el aspecto del juego para nada decepciona.

 

 

Dicho todo esto, ¿realmente recupera Super Mario Party la esencia clásica? Pues sí y no. Desde luego la experiencia vuelve a estar fresca y renovada, y la competitividad del modo principal se siente casi como en las antiguas entregas, y eso es algo que se agradece. Sin embargo, con sólo cuatro tableros (que los cinco de Mario Party 10 me parecieron poquísimos en su momento), además de lo pequeños que son, este juego se siente algo incompleto.

Por suerte, con el modo A dobles se amplía un poco la diversión, y a pesar de lo que pueda parecer, es un modo bastante entretenido. Sólo por no ser de ese estilo de siempre de los tableros cíclicos no quiere decir que sea malo, y realmente merece una oportunidad. Lo bueno de este juego es que combina ese experimento sacado de Star Rush con el modo clásico, para que haya para todos los gustos.

Independientemente de si es el Mario Party perfecto que todos esperaban o es un simple experimento más, está claro que Super Mario Party supone un paso más hacia la entrega perfecta, ya que Nintendo acaba aprendiendo de los errores en cada nuevo juego, hasta llegar a este (a pesar de que sigan metiendo cosas innecesarias como el modo Torrente de aventuras). Como es habitual, tiene aspectos que serán odiados, y también tiene otros que resultarán muy bien recibidos. Tanto si os gusta el estilo clásico como si disfrutáis de las novedadeséste es vuestro juego. Sin duda, se trata de un juego digno de llevar la palabra «Super» en el título.

 


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Por dannygs90

Estudiante de música en grado superior y principiante del humor.

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