
Una sonrisa es un arma muy valiosa. Agrada a tus amigos, pone a tus enemigos en alerta, y ocurra lo que ocurra, recuerda, tú tienes el control absoluto. Una sonrisa puede denotar que no pasa nada malo, que todo está bien, que no hay ningún problema. Eso es lo que, como sociedad, hemos aceptado.
Quién ha tenido problemas de salud mental sabe perfectamente que una sonrisa no significa que no haya un problema detrás. Y aunque este no es un análisis psicológico en sí, me gustaría aplicar mis conocimientos y vivencias con el que es, sin lugar a duda, uno de mis personajes de ficción favoritos: Vox, de Hazbin Hotel.
Con un único capítulo para brillar en la primera temporada, y una pequeña participación en su último capítulo, Vox se ganó el cariño del público por su personalidad, su carisma, diseño, y ser una contraparte muy original de Alastor, la cara bonita de la serie. La radio contra la televisión, un clásico muy inteligente.

En esta primera temporada poco o nada se podía saber de él: era muy egocéntrico, le gustaba ganar y tenía mal perder, pero, en esencia, era un overlord (supremo en el doblaje de España) muy poderoso junto con sus dos compañeros, Valentino y Velvette, con quién creó un grupo llamado las Uves que controlaban los medios, el cine y las redes sociales.
Ha sido en esta segunda temporada donde Vox ha podido brillar saliendo en prácticamente todos los episodios salvo el segundo, centrado este en el cielo y Sir Pentious. No quiero dedicarme a hacer un resumen de todo lo que ha hecho, cómo su ego estaba comiéndoselo y separándolo de sus compañeros, en cómo será su participación en la tercera temporada ni nada por el estilo.
Solo puedo decir que Vox ya ha cumplido su arco de personaje, y preferiría que tuviese un papel menos relevante para no quemar a un personaje que ha cerrado con broche de oro su participación. Ahora es más el turno de Valentino con Angel Dust. De lo que quiero hablar es de eso que se conoce como “la psicología del personaje” de Vox.

Vox es la representación del hombre destruido. Con lo que sabemos y hemos visto en su canción Brighter, en su vida humana no le faltaba nada. Tenía un trabajo de hombre del tiempo en la televisión, y nunca ha aparentado tener problemas económicos, familiares o similares.
Pero había algo que lo carcomía: la atención. Incluso a día de hoy, el parte meteorológico no es algo que esperemos con ganas y prestemos mucha atención, sino que, en el mejor de los casos, puede estar de fondo mientras terminamos de comer, recogemos la mesa o lavamos los platos.
Vox sabía eso. Por eso cuando vio al presentador de noticias ser el centro de atención, decidió matarlo para usurpar su puesto. En este momento le vemos dar una patada a la presentadora, dando a entender que el amor puede ser algo que no le interese, sino la adoración.

Después quiere más. Quiere tener su propio programa para él. Quiere ser el único productor del programa. Quiere incluso ser el único rostro visible de la cadena. Una obsesión enfermiza que le llevó a otra peor: la adicción al trabajo. El colmo llegó cuando un periódico aumentó aún más su ego al llamarlo dios del entretenimiento, llegando a su conclusión final: dirigir la cadena.
Vox lo había conseguido todo. No solo era la cara del canal, era directamente el dueño. Su última escena como humano deja casi claro que quería convertir el entretenimiento televisivo como una secta, con esa agua en el suelo que simbolizaba el bautismo de sus seguidores.
Como un castigo divino, él murió junto con sus seguidores electrocutado tras caerle una televisión en la cabeza, lo que aparentemente publicaría noticias de su secta y destruiría su imagen post mortem. Una de las mayores tragedias que puede sufrir un artista.

Entonces, una vez en el Infierno, ¿qué le quedaba? Debía seguir alimentando su ego, su necesidad de atención. Ahí entra la escena de su pasado con Alastor en la que vemos a un Vox más agradable, incluso enamorado de él, como si casi casi se hubiese redimido. No obstante, no entraré mucho en detalles porque aún queda mucha más información por desvelar sobre su relación con el demonio radiofónico.
En el presente ya, Vox logra manipular a todo el Infierno de forma extremadamente convincente que, si no fuese porque nosotros los espectadores ya sabemos que su plan es únicamente ser aún más poderoso y convertirse en un dios, le harían básicamente el héroe de la historia.
Pensémoslo. El Infierno ha estado durante años sufriendo un genocidio anual por parte del Cielo. Charlie no puede demostrar que la redención existe. Durante un mitin, la serafín Sera se pone agresiva contra los pecadores. ¿Cómo actuaríais vosotros? Si queréis un mundo nuevo, adelante, alzad la voz. Sí, Vox Populi, se nuestra voz.

Finalmente, Vox acaba perdiendo su credibilidad al atacar a los suyos con el arma con la que quería luchar contra los ángeles. Su odio por Alastor pudo con él. Lo que pasará a partir de ahora lo sabremos, probablemente en 2027. Con todo esto, ¿por qué digo que Vox es un hombre destruido mentalmente?
Vox lo tenía todo. Ya era aceptado. Ya era temido. Ya tenía el poder. Pero necesitaba más. Incluso sus compañeros al principio le dicen que para qué quieren conquistar el cielo, que no les hace falta. Para qué necesitas ser un dios. Porque estás mal. Porque no eres capaz de aceptar la realidad, incluso si estás bien.
Creías que necesitabas más, pero no es así. Ya habías ganado. No tienes por qué destruirte por querer ganar a tus enemigos, a las personas que te hicieron daño. Solo tienes que vivir tu vida y seguir adelante. Esconderte detrás de una sonrisa o de una máscara no es una forma de poder salvarte.
Necesitas hablarlo con un profesional de la psicología. Alguien que pueda demostrar que tú ya brillas. Ya nos has demostrado lo que puedes ser, y quitando el tema asesinatos, estamos orgullosos de ti. Tenías un sueño y luchaste por él. No te destruyas por un fuego fatuo.
