
Resulta difícil contener el entusiasmo al hablar de Luto, y más aún cuesta creer que esta obra sea el primer juego de Broken Bird Games, un pequeño estudio canario. Escribo estas líneas con la convicción de que el talento que hay en España es inmenso, y que son precisamente estos proyectos, alejados del ruido del triple A, los que a menudo consiguen contarnos las historias más profundas y aportar algo verdaderamente significativo al medio.
El Silencio que precede al horror
Abordar un análisis de Luto es un ejercicio de contención. Es una de esas obras que se benefician enormemente de ser descubiertas con la menor información posible. Su aventura de terror psicológico, que me ha durado unas cinco horas (aunque la duración dependerá de vuestra habilidad con los puzles, que ya os adelanto en mí caso no es muy grande), es una experiencia que debe ser vivida. Por ello, más allá de su sinopsis y de advertir que trata temas sensibles, mi mayor recomendación es una: jugadlo.
Luto no esconde sus influencias, pero las mezcla de una manera sublime y original dentro del género de terror. Su principal escenario, una casa que se retuerce sobre sí misma, bebe directamente del legado del cancelado P.T.. A su vez, la exploración de la psique del protagonista a través de un narrador omnipresente evoca inevitablemente a los trabajos de Davey Wreden (The Stanley Parable, The Beginner’s Guide). Estas inspiraciones no son una simple copia, sino los cimientos sobre los que Broken Bird construye una identidad propia y aterradora.

Atrapado en el laberinto de la pena
El juego nos pone en la piel de Sam, un hombre que, incapaz de abandonar su hogar tras la muerte de un ser querido, se ve atrapado en una manifestación física de su propio duelo. Luto explora con una honestidad brutal el vacío, el dolor por la ausencia y cómo la depresión y la ansiedad pueden convertir un hogar en una prisión. La trama nos sumerge en una espiral de dolor de la que parece imposible escapar.
Jugablemente, la experiencia se centra en la narrativa y la exploración, invitándonos a avanzar por la casa para descubrir los entresijos de la trama. Sin embargo, el camino está salpicado de puzles. Por lo general, no son excesivamente difíciles, pero alguno de ellos resulta poco intuitivo, una decisión de diseño que, en mi opinión, es completamente intencional o al menos los desarrolladores eran conscientes de ello, solo diré eso.

Personalmente, disfruto de los juegos de terror, pero los sufro especialmente en primera persona, hasta el punto de en algunos casos tener que abandonarlos. Con Luto no me ha sucedido. Su terror no reside en el jump scare fácil ni en la persecución de enemigos indestructibles; nace de la pura tensión ambiental. Juega con la psique del jugador de una forma magistral: objetos que se mueven solos, ruidos lejanos que erizan la piel, sombras que se desplazan por el rabillo del ojo… El juego genera tal nivel de presión que hasta el sonido de un simple ambientador puede hacerte saltar de la silla. Sonará obvio pero la experiencia mejora notablemente jugando con cascos.
Esta ambientación es posible gracias a una dirección de arte soberbia y a un uso inteligentísimo del Unreal Engine 5 y su sistema de iluminación. Gráficamente, el juego es apabullante. Me ha encantado, además, encontrar multitud de objetos y referencias a la cultura española y canaria, que dotan al entorno de una familiaridad inquietante. Los pasillos de la casa se retuercen hasta convertirse en un laberinto onírico que por momentos me recordó a Alan Wake 2, creando situaciones en las que subes unas escaleras cuando en realidad estas bajando o te hacen volver al mismo punto de partida.
Luto está repleto de simbolismo y secretos ocultos en la oscuridad
Una vez superada la introducción, Luto se convierte en un torbellino de ideas, simbolismo y referencias. Algunas son claras, como sus homenajes cinematográficos, pero otras son tan crípticas y personales que me encantaría poder preguntarle directamente al equipo por el porqué de ciertas decisiones. Desvelar estos momentos sería arruinar el núcleo de la experiencia, así que tendréis que descubrirlos por vosotros mismos.
Aunque la aventura es completamente lineal, en ciertos momentos sentí que estaba descubriendo algo opcional, algo que no entendí del todo en ese instante. Tras terminar mi recorrido, investigué y, efectivamente, confirmé que el juego esconde varios secretos. No son muchos, pero sí puedo decir que algunos son realmente complicados de encontrar. Para aquellos que quieran descubrir todos los demonios que atormentan a Sam, el reto está ahí.

Una joya del desarrollo español que no debes dejar pasar
Como ya he comentado, a nivel gráfico el juego está a un nivel muy alto, lo que conlleva alguna leve y puntual caída de fotogramas, pero nada que entorpezca la experiencia. En cuanto a errores, únicamente me encontré con un bug importante que me obligó a reiniciar desde el último punto de control, no se si pudo ser provocado por el Quick Resume de Xbox. Por lo demás, la partida fue muy estable.
Siento que he intentado venderos el juego sin deciros casi nada, pero es la mejor forma de hacerlo. Luto ha dejado un poso en mí. Sigo pensando en su historia, en su simbología, y quiero saber más. Y eso, en un videojuego, lo es todo.
Si Luto es la carta de presentación de Broken Bird Games, estamos ante el nacimiento de un estudio al que hay que seguirle la pista muy de cerca. Han demostrado no solo un dominio técnico y artístico, sino una sensibilidad poco común para tratar temas complejos. No solo es una de las grandes sorpresas del año, sino una prueba irrefutable del brillante futuro que tiene el desarrollo español.
Luto está ya disponible desde el 22 de julio para Steam, Epic Games Store, Xbox Series X|S (digital) y PlayStation 5 (digital y físico).
Este análisis fue realizado gracias a un código proporcionado por Broken Bird Games.
