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Ya podemos disfrutar en nuestra Nintendo Switch de la serie The Inner World, disponibles los dos juegos en la eShop de Nintendo.

Puede que las aventuras gráficas de antaño ya no estén de moda, pero eso no significa que todavía no queden adeptos que disfruten con intentos de renovar el género. En 2013 se lanzó The Inner World, una aventura gráfica point and click con gráficos 2D, ritmo sosegado, gran presencia del humor y, sobre todo, muchos puzzles por resolver. El juego nos introducía en el misterioso mundo de Asposia, un lugar en el que el aire proviene de tres grandes fuentes de viento, de las cuales dependen la supervivencia del pueblo. Cuando dos de ellas se apagan, nuestro protagonista, un aprendiz de músico que vive en el monasterio en el que se encuentra la única fuente que sigue activa, comenzará una aventura intentando descubrir el secreto del viento.

Este era el punto de partida de un juego que fue aclamado por la crítica por sus entornos dibujados y pintados a mano, su banda sonora y más trasfondo a nivel argumental del que cabría esperar. Por todo esto, no tardaron demasiado en lanzar una secuela, The Last Wind Monk. En ella, partimos de los acontecimientos de la primera parte, en los que nuestro protagonista, después de estar tres años petrificado, debe encontrar al último monje del viento. El mundo ha cambiado, y las intrigas políticas se han adueñado de esta secuela, que sigue una línea continuista con respecto a su predecesora. Esto significa nuevos retos, incluso más complejos que los anteriores, misterios que descubrir y, sobre todo, mucho humor.

Los amantes de las aventuras gráficas ya no tenéis excusa para disfrutar de la serie en la híbrida de Nintendo, pudiendo disfrutar de un mundo mágico y muy divertido  hoy mismo  a precio reducido.


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Por Leticia Martínez Páramo

Apasionada del cine, la música y los videojuegos. Cuando me dijeron que la princesa estaba en otro castillo, el momento en el que empecé a pasear por Hyrule, el miedo que sentí cuando llegué a Raccoon City... Fue cuando supe que me había perdido para siempre.

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