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Nuestro Equipo Opina: Mi primer videojuego

Sin duda, uno de los momentos clave en la vida de un gamer es el recuerdo del primer juego que pudo disfrutar. La mayoría lo recuerdan como el mejor videojuego que han jugado, el más difícil o el que más les sacó de sus casillas pero aún así, siempre que nos viene a la mente sentimos un cariño especial. El equipo de VidaoPantalla no se queda atrás y es por eso que en esta nueva entrega de Nuestro Equipo Opina hablaremos de nuestro primer videojuego. ¡Allá vamos!

 

 

  Nero, Redacción.

Mi primer videojuego fue el todo legendario DooM. Corría el año 1993 y el juego había sido recién adquirido por mi tío, el cual era un jugador bastante devoto en sistemas como Comodore 64, Spectrum FX y PC, sistema el cual era su predilecto en aquellos años.

Junto a sus primeras horas probando DooM descubrí lo que era un videojuego y lo primero que sentí fue estar viendo una película de acción como las que me ponía mi padre de Rambo, Predator y similares pero esta vez con la diferencia de que era mi tío quien controlaba al protagonista en vez de quedarnos como meros espectadores de sus acciones.

En cuanto me tocó a estar a los mandos no di pie con bola, cada vez que las llamas de la boca de la pistola salían a relucir, el disparo se iba a cuenta, los enemigos me ponían en constante pantalla roja y ver el sprite de la cara de Doom Guy en la barra de información recordaba a una persona con cataratas en una película de Quentin Tarantino. No obstante, ese impacto emocional que supuso el ver como uno de esos soldados de pelo verde caía al suelo, gritaba y se volvía un sprite inerte me dio un sentimiento de poder, la apertura a una experiencia que nunca otro medio había dado a un niño, el creerte alguien capaz de matar a los malos por ti mismo sin ayuda de un héroe de las películas.

Cada vez que rememoro esos sentimientos y los comparo con los que me producen los videojuegos actuales noto que algo se ha apagado. Llamadlo madurez, desgana, cansancio de haber pasado por tantos y tantos títulos a lo largo de mis 27 años… Pero cada vez que rejuego a DooM o alguno de mis primeros títulos (la mayoría de la Super Nintendo, mi primera consola así que ya supondréis que la mini SNES entra dentro de este cupo) ese sentimiento vuelve a encenderse y es maravilloso.

 

 Shergiock, Redacción.

Siempre lo recordaré. Aquella mañana de verano que desperté de la cama. Tendría unos 3 o 4 años. A mi hermano le habían regalado la maravilla videoconsola Nintendo 64 con el Pokémon Snap, un juego que, desde luego, fue una auténtica pasada para los chavales de la época gracias al fenómeno que supuso Pokémon en ese momento.

Con los años he perdido mi fanatismo por la saga, sin embargo, Pokémon Snap fue un videojuego que exploté al máximo en su momento. Fue mi primer contacto con un videojuego, sin embargo, ya estaba antes la GameBoy Color con el Pokémon Rojo (aunque yo por aquel entonces no era muy de jugar, sino de mirar).

Pero como bien he dicho ese fue el primer videojuego que probé. El primer videojuego que me compré para mí y para mi hermano fue Super Smash Bros., y el que me compraron a mi por Navidad fue mi queridísimo Mario Party 3. Grandes recuerdos tengo de esa época maravillosa… ¡Vivan los videojuegos!

 

 Sergio Morales, Medios.

Siempre que miro al pasado mi mente se llena de recuerdos en el suelo de mi habitación con centenar de juguetes y muñecos a mi alrededor en los que encaraba aventuras épicas haciéndoles combatir unos con otros o creando increíbles historias en mi cabeza. También abundan las cientos de miles de horas que pasaba mirando hojas en blanco, llenando de garabatos los paquetes de folios que me compraban mis padres. No necesitaba cámaras, puestas en escena o modelados hiperpoligonizados para pasármelo bien, lo único que necesitaba lo tenía en mi cabeza y era ilimitado, mi imaginación.

Digamos que el mundo de los videojuegos me tocaba de lejos en mi infancia, mientras otros niños soñaban con la nueva y brillante consola de Sony que prometía universos tridimensionales a tu antojo yo solo anotaba en mi lista de reyes magos La mansión encantada de Casper o mi ansiado señor Potato (El de fieltro, el de plástico no achuchable), por eso, a pesar de haber nacido en una época de grandes cambios en las videoconsolas y el nacimiento de grandes marcas vigentes a día de hoy como son Gran Turismo o Crash Bandicoot, en mi entorno todo ese mundo era desconocido.

A pesar de todo eso en mi casa si había consolas. Mis padres nunca han visto con malos ojos la tecnología y han sabido tratarla como lo que eran, juegos. Por lo tanto, desde que tengo memoria siempre hemos tenido alguna consola con la que divertirnos de vez en cuando, pero como digo en mi casa no era el único niño aunque si el menor, por lo que mi papel en cuanto a las videoconsolas era el de observar a mi hermano mayor mientras jugaba, digamos que yo con 6 años ya vivía un Proto-Youtube con los gameplays de mi compañero mayor. Pero este nunca ha tenido especial interés por los videojuegos por lo que en mi casa siempre ha habido muy pocos títulos para cada consola 3 o 4 originales y algunos más en portátiles donde si hacíamos uso en los viajes largos.

Debido a esto y a un inexplicable miedo en mi niñez por la estática de las televisiones cuando apagabas la consola no solía jugar mucho a los videojuegos que tenía, recuerdo con especial miedo las sensaciones que me producía ver la selección de partida del Yoshi’s Island o la música del Plok en mi Super Nintendo cuando me encontraba a oscuras en la cocina (La única habitación con televisión en mi casa que no era el salón). Juegos que a día de hoy les tengo mucho cariño y son curiosamente enfocados para un público infantil pero seguramente mi niñez era digna de estudio.

Por lo tanto, en mi juventud, aunque si tuve contacto con los videojuegos, nunca tuve interés por jugar varias horas seguidas ni ganas de completarlos, pero poco a poco ese interés me fue llegando gracias a la que a día de hoy considero mi saga preferida y la de muchos niños del 94’: Pokémon.

Nintendo hizo un trabajo extraordinario a la hora de promocionar su juego exclusivo de portátil, consiguió una grandísima obra RPG por turnos lo suficientemente interesante para engancharte durante horas y a la vez con la esencia de la consola simplificando mecánicas jugando con el concepto “de bolsillo”. A su vez impulsó las ventas gracias a la genial idea de dar a conocer su universo con un Anime que todavía hace su función a día de hoy.

Miles de niños no habríamos encarnado a Rojo si no hubiéramos visto las aventuras de Ash cada sábado por la mañana en la tele. Y es que Nintendo tenía muy clara la dirección empresarial del videojuego de GAME FREAK, regalando la primera temporada a los canales de televisión para que la emitieran en forma de Anime publicitario.

Mentiría si dijera que mi primer juego de Pokemon (La edición Amarillo, de la que me enamoré a través del escaparate de una tienda de electrodomésticos) lo completé de una tacada, de echo lo normal era que lo abandonase cada vez que me atascaba en una cueva. Antiguamente muchos no sabíamos lo que eran guías y no había Walkthrough como ahora. De echo recuerdo el cabreo que cogí cuando mi prima sobrescribió mi partida, aunque se me fue rápido al ver que había conseguido pasarse la dichosa cueva, por lo que aún conservo mi partida en el Pokemon Amarillo con Nuria como nombre del protagonista.

Años después volví a avanzar en mi partida, debí haberme estancado en ciudad celeste tras acabar con la entrenadora Misty. No recuerdo qué fue exactamente lo que hizo que abandonase la partida pero realmente necesitaba esperar esos años. Cuando volví a encarar ese Pokemon Amarillo ya con 9 años entendí lo que era disfrutar de un videojuego, esta vez sí me lo pasé de una tacada y el recuerdo de ver al Prof. Oak guardando mi partida para dar comienzo al título de créditos será uno de los que me acompañe toda la vida, esa sensación de satisfacción al terminar al fin el juego al que había dado comienzo tantos años atrás inundaba mi corazón.

 

 Ralencoman, Redacción.

Cuando la gente habla sobre su primer videojuego, la mayoría tiene que echar la vista hasta sus primeros años de vida. Pero no es mi caso. Hasta los doce años o así, no llegó a mis manos “mi” primera videoconsola (fue un regalo a mi primo, pero para usarla ambos). Hasta la fecha, solo tuve varias consolas que podías comprar en mercadillos, la envidia de ver a algunos amigos con sus Nintendo 64 y PlayStation, o mi flamante PolyStation 2, la falsificación más mítica de la consola de Sony, o los juegos de PC. Que conste que no estoy hablando del primer juego al que haya jugado, ya que en ordenador ya me había dejado durante muchísimas horas mis retinas en el Fifa 99 o los dos primeros Age of Empires, me refiero a mi primer videojuego físico y original que pude elegir por mí mismo.

La PS2 venía con el juego `El señor de los Anillos: El Retorno del Rey, el que se podría considerar mi primer videojuego, aunque no fue elegido. Junto a ese juego, venía una demo con varios juegos, entre ellos el que me conquistaría rápidamente: Ratchet and Clank. Con tan solo dos planetas, Kerwan (con uno de mis escenarios favoritos de la saga, Metrópolis) y Rilgar, Aguasnegras; quería más y saber la historia completa de aquel dúo tan cómico. Hasta la jugabilidad la disfrutaba al máximo, llegando a pasarme varias veces el circuito de obstáculos de Helga.  Cuantas veces habré escuchado su mítica frase: “¡Escuchadme, bolas de grasa! Ésa ha sido la carrera de obstáculos más patética que he visto en toda mi larga vida”.

Y poco tiempo después, como si el destino lo hubiese puesto ahí para mí, lo vi en un Hipermercado, al ser edición Platinum pude convencer a mis padres de que me lo compraran. Y el resto es historia. Dejando durante todo el día la PlayStation encendida porque aún no tenía una memory card, muchos intentos para vencer al jefe supremo Drek o encontrar todos los guitones de oro. Sin duda, tengo que agradecerle a Ratchet, a Clank, al Capitan Quark y al Presidente Supremo Drek hacerme pasar tantas horas de diversión. Un juego que marcó mi pasión por los videojuegos hasta la médula, y que por suerte sigue conmigo hasta el día de hoy.

 

 Danny, Redacción.

Mi primer videojuego, que yo recuerde, fue el Super Mario 64 DS. Sí, el remake. La sola fórmula de un castillo lleno de cuadros mágicos me resultaba nostálgica y recuerdo que sentía como si lo hubiera visto antes… Cuando empecé a ver imágenes en YouTube de la versión de Nintendo 64 no entendía cómo podía verse peor en las consolas de los demás (por aquel entonces era pequeño y un poco tonto).

Me pasé horas explorando el castillo y exprimiendo ese juego al máximo, pero nunca pasé de las 130 estrellas. Recuerdo lo bien que me lo pasaba con Yoshi, y hasta prefería no cambiar de personaje. Me fastidiaba tener que coger a Mario para las batallas contra Bowser. Desde ese juego me enganché a los videojuegos y aquí sigo, no me arrepiento de nada.

 

 Susanapz, Redacción.

Aún recuerdo con 5 años el comienzo de un hobby que seguiría y seguiré teniendo hasta el final de mis días: la entrada a casa de la primera PlayStation con el mando sin joysticks fruto de un regalo de aniversario de mis padres. Al principio no era más que una mera espectadora viendo como se picaban entre ellos al Tekken 2, como moría mil veces y de las formas más extrañas mi madre con Tomb Raider o mi padre haciendo carreras a la velocidad de la luz con Wipeout.

Llegó el día en que me cansé de apenas observar, por lo que padre e hija empezamos a jugar al Tekken 2, un juego no precisamente para mi edad pero me lo pasaba genial aporreando botones mientras mi progenitor daba la vida por hacer los combos. Otro de los juegos con los que empecé en el mundillo fue mi queridísimo Final Fantasy VII que, por supuesto también con la ayuda de mi padre, vivimos este mágico título, por lo que siempre le guardo mucho cariño a algunos personajes -cuyos nombres cambiaba por los de mis padres, perro, gato y conejito- como Nanaki o mi dulce Aerith, así como algunos momentos como cuando Cloud debe disfrazarse de chica para salvar a Tifa o el divertido parque Gold Saucer. Eso sin contar además con las cortas cinemáticas del juego que en aquel entonces me parecían una bestialidad tales como la de Sephiroth entre las llamas o Cloud escapando de Shinra con su pedazo de moto.

Un tiempo más tarde, decidí que ya era hora de ser independiente a la hora de jugar, por lo que empecé con juegos como Crash Bandicoot, PaRappa the Raper o Bugs Bunny & Taz: La espiral del tiempo. ¡Qué recuerdo me trae este título! No le pude echar más horas que a este y me encantaría volverlo a ver en nueva generación, al igual que lo han hecho los otros dos.

 

Y vosotros, ¿cuál ha sido vuestro primer videojuego? ¿Tenéis algún recuerdo de él?


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Por Susanapz

Soy de las que nacieron con una PSX bajo el brazo hace 21 años, hermana de Crash Bandicoot y elegida por la Keyblade. De día, junto a mi guardián Auron, intento salvar Spira y de noche soy una assassin en busca de la libertad.

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