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[Análisis] Slime-san

Si lo tuyo son los saltos y acrobacias a lo Super Meat Boy, aquí encontrarás lo que buscas… sólo que con movimientos más precisos y una dificultad más apta para un usuario medio. Slime-san es un título de plataformas para todas las consolas que con tan sólo cuatro colores y unos cuantos obstáculos aquí y allá consigue engancharnos. Y si esto no os parece suficiente, también acabaréis dejando escapar alguna sonrisita con las distintas referencias otaku que se encuentran a lo largo del juego.

La idea es simple: somos una especie de bola babosa acompañada de un pajarito que, tras ser engullidos por un gusano gigante, deberán escapar avanzando por los distintos niveles localizados en el interior de la bestia. El juego consta de 100 niveles repartidos entre 5 mundos, y a su vez cada nivel se divide en cuatro pantallas. En estos niveles tendremos que llegar lo más rápido posible hasta el final de un pequeño recorrido antes de que empiece a emerger un líquido rojo desde algún lado de la pantalla y nos mate. Y todo mientras esquivamos a los enemigos, que no podrán ser derrotados con ninguno de nuestros movimientos. Además, en cada pantalla hay una manzana situada en alguna zona de difícil acceso o apartada del recorrido principal. Estas manzanas funcionan como principal coleccionable y moneda de cambio del juego, para comprar distintas mejoras.

Además de los niveles normales, en el interior del gusano hay toda una ciudad, llamada Slumptown, con personajes que también han sido engullidos, y donde podremos compar otros personajes manejables, fondos, accesorios y demás cosas para jugar a nuestra manera. Aparte de las tiendas, en ese lugar podremos encontrar algunos personajes muy curiosos, por lo que vale la pena explorar la ciudad. Los personajes que encuentremos en las zonas secretas de algunos niveles también se mudarán a Slumptown, dándole más ambiente. En esas zonas secretas encontraremos una moneda, otro de los coleccionables, que podremos utilizar para desbloquear tres minijuegos extra de tipo arcade.

Visitar la ciudad puede estar bien, pero durante la aventura os acabaréis preguntando qué ha sido de la familia de nuestro personaje cuando recibieron la noticia de su desaparición. Por suerte, podemos tomarnos un respiro de tantos niveles y ver qué está pasando mientras en el pueblo natal de Slime-san, poniéndonos en la piel de varios de sus familiares. Resulta interesante explorar la zona y hablar con los personajes, además de que los familiares del protagonista tienen habilidades y movimientos distintos, y poder probarlos es de agradecer.

Los movimientos de Slime-san parecen simples, pero se pueden llegar a ejecutar combos de lo más enrevesados. Con nuestro personaje avanzamos dejando un rastro de babas por el suelo, y podemos dar pequeños saltos, que podemos combinar con un placaje hacia arriba para llegar un pelín más alto. Los placajes nos servirán para romper ciertas rocas que nos corten el paso, ademas de realizar un pequeño esprint que nos salvará de más de una situación. Si no llegamos al otro lado de un barranco, un esprint nos dará un gran impulso extra. Usar el placaje hacia abajo nos permitirá descender rápido a modo de «salto bomba». Sólo con estos movimientos, podemos hacer muchos combos con los que pareceremos jugadores expertos, aunque a veces resulta complicado. El movimiento de Slime-san no es el más preciso del mundo, y es muy fácil tener fallos de puntería a la hora de caer en la plataforma deseada, pero esto no es un problema grave y supone simplemente cierta dificultad añadida.

El apartado gráfico de Slime-san es un tanto curioso, siendo un estilo de 8-bits que tan sólo utiliza 4 colores: blanco, azul, rojo y verde. Es curioso cómo teniendo sólo esa paleta de color les baste a los creadores para producir un sistema de elementos en pantalla distinguibles. El fondo y las estructuras de los niveles (y de todos los emplazamientos del juego) son de color azul y blanco, delimitando así todo lo que podemos tocar y pisar sin problemas. En verde están los personajes con los que podemos hablar, así como nuestro protagonista, mientras que en rojo están los enemigos y todos aquellos elementos que no podemos tocar. Muchos de estos enemigos son gusanos, pero también hay algún que otro gusano de color rojo en Slumptown que está en nuestro bando. Además de los rojos, también hay enemigos de color verde, pero estos no nos matarán, sino que nos harán rebotar, pudiendo resultar una molestia o bien una ventaja, ya que los podemos usar de muelles.

Lo malo de los gráficos pixelados es que en este juego cuesta distinguir ciertos elementos y podemos pasarlos por alto, sobre todo cuando visitemos Slumptown, que está lleno de luces y carteles. Por un lado se agradecen esos detalles y se nota el trabajo que llevan detrás, pero por otro acaba estando demasiado sobrecargado y puede resultar confuso. Además, comprar accesorios para nuestro personaje no parece ser muy rentable, ya que apenas se notan y nos dejarán algo indiferentes. En cuanto al interfaz, hay un detalle que molesta un poco a la vista, y es el marco que hay a ambos lados de la pantalla para aprovechar el espacio disponible en la imagen, ya que los niveles tienen forma cuadrada. De este modo mientras jugamos tenemos unas paredes que rodean el nivel y confunden un poco, ya que cuesta distinguir cuándo es una pared real y en ocasiones podemos salirnos de la pantalla y morir. Y si cambiamos el marco por uno de los personalizados, no pegan mucho con los colores del juego y no agrada mucho.

La banda sonora de Slime-san va a juego con su aspecto pixelado, con diferentes tonos del estilo de 8 bits con algunos efectos añadidos más modernos. En cada mundo hay una melodía animada que nos acompaña durante todos los niveles, dándonos esa sensación de no poder quedarnos parados ni un segundo, dado que el tiempo se nos echa encima. Las melodías son bastante entretenidas y motivadoras, y en los jefes de cada mundo sonará una distinta que nos hará notar el peso de la situación. A pesar de la temática pixelada, la banda sonora no se queda atrás.

Con un total de 100 niveles, la duración del juego no es para nada escasa. Entre que nos pasamos cada fase, recogemos todos los coleccionables y exploramos otras zonas, nos da para rato. Además, al terminar el juego nos esperan algunos extras como el modo speedrun o el boss rush, o incluso el modo de juego plus, en el que los niveles tienen algunos cambios que los hacen mucho más difíciles y nos dejarán pegados a la pantalla bastante tiempo. Y esto sin mencionar el DLC «Blackbird’s Kraken», que aún está por llegar a la versión de Nintendo Switch. Aparte de esto, si creéis que conseguir todos los coleccionables es tarea fácil, no tenéis ni idea. El juego ya de por sí va incrementando la dificultad a medida que avanzamos, y puede resultar un gran reto que nos haga repetir los mismos niveles una y otra vez. Y ya si queremos recoger las manzanas, nos va a costar bastante. Recogerlas siempre implica gastar tiempo, y el tiempo aquí es muy valioso si no quieres morir, además de que suelen estar situadas en zonas más escondidas o de difícil acceso. Por esto, hasta terminar el juego al 100% podemos tardar unas cuantas horas.

Los elementos del juego están muy bien aprovechados, ya que incluso las partes menos importantes tienen algún mensaje o detalle oculto que no nos dejarán indiferentes. Sin ir más lejos los personajes muchas veces nos dicen cosas graciosas o que nos dejarán pensando «¿¿pero quién ha hecho este juego??». Detalles como el de ver al gusano gigante en la pantalla de selección de niveles soltando excrementos nos harán adorar este título. Incluso en las pantallas que aparecen al final de cada nivel veremos algún mensaje chistoso o algún icono que nos hará sentir que estamos navegando por Twitter. Si nos fijamos, el nombre ya de por sí nos daba una pista de los gustos de los creadores. Slime-san hace referencia a los sufijos japoneses como -san o -chan. Eso es: el juego está lleno de referencias y personajes otakus.

Slime-san es un título que sin duda no nos dejará indiferentes. Su acción frenética, su dificultad y su nivel de detalle dan que hablar, y nos tendrán viciados un buen tiempo, repitiendo niveles, consiguiendo coleccionables y explorando cada rincón. Incluso cuando pensemos que ya lo hemos visto todo, el juego nos sorprende con niveles planteados de formas muy curiosas que rompen el modelo principal, como un nivel laberinto u otros niveles en los que la pantalla avanza en scroll lateral y tenemos que avanzar a toda pastilla. Si os apetece echaros alguna partida, ya sea rapidita o pegándonos a la pantalla un rato, este título es muy recomendable, y lo tenéis por 11’99 € para Nintendo Switch, PlayStation 4, Xbox One y PC, Mac y Linux.

Este análisis ha sido posible gracias a un código de descarga cedido por Headup Games, ¡esperamos que os guste!

Si lo tuyo son los saltos y acrobacias a lo Super Meat Boy, aquí encontrarás lo que buscas... sólo que con movimientos más precisos y una dificultad más apta para un usuario medio. Slime-san es un título de plataformas para todas las consolas que con tan sólo cuatro colores y…
Gráficos - 7
Jugabilidad - 9
Sonido - 8.8
Duración - 8.5

8.3

Slime-san es un título que no te dejará indiferente, con multitud de detalles, sorpresas y retos que te mantendrán pegado a la pantalla. No se puede pedir más.

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Por dannygs90

Estudiante de música en grado superior y principiante del humor.

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